- Editorial:
- AUTOR EDITOR
- Materia:
- FÚTBOL: LIBROS PARA EL ENTRENADOR
- ISBN:
- 978-84-695-4010-7
- Páginas:
- 101
FÚTBOL: 100 FRASES AL PIE
MIKEL ETXARRI
Es un verdadero placer presentar la nueva obra de Mikel Etxarri. El autor, maestro de táctica de toda una generación de entrenadores españoles, nos ofrece cien ajustadas sentencias que nos harán pensar, discutir, a veces sonreir (ante lo evidente) y siempre asentir. Píldoras de sabiduría y ninguna perogrullada en un libro escueto pero rebosante de conocimiento e increíblemente aprovechable.
Prólogo de J.M. Lillo:
"Es un orgullo para mí prologar este libro de Mikel Etxarri. Los primeros ojos de observación del juego del fútbol que me marcaron fueron los suyos. No exagero si digo que yo quería ser como él, observar y analizar el juego con su profunda y pormenorizada capacidad, desenredar esa madeja imaginaria que se tejía en el césped y que sólo mentes privilegiadas como la suya estaban en disposición de ver. Mikel Etxarri es hiperanalítico, ve infi nidad de cosas donde el común ve sólo algo (ve porque mira y mira porque sabe que va a ver), convierte el detalle en cuadro, el tratamiento al que es sometido el óleo para el cuadro
que se va a realizar a él le sirve para pintar un cuadro nuevo. Quizá su preparación intelectual de hombre proveniente de las ciencias (es físico y químico) ha agudizado ese afán de descifrarlo todo, escarbar para ver qué tácticas subterráneas se desatan en la superfi cie del césped, recoger la esencia del fútbol y guardarla en un vial para analizarla, convertir este
juego en un ratón de laboratorio sobre el que operar diferentes variables. Les aseguro que no he encontrado jamás a nadie tan meticuloso en este afán de examinar el fútbol como si fuera una ciencia que responde a unas leyes que hay que desencriptar para cerrar el círculo.
Aunque yo ahora poseo una visión más holística de las cosas, la construcción que me enseñó Mikel cuando yo aterrizaba en el mundo del fútbol y el entrenamiento me ha ayudado sobremanera. Quizá he necesitado aproximarme lo máximo posible al cuadro para advertir
que es la única manera de no verlo. De ahí mi pasión por las visiones macroscópicas e interrelacionadas.
Mikel ha sido como un padre para mí. Nuestra amistad siempre ha estado protagonizada por el fútbol, este juego que tanto nos apasiona ha apadrinado nuestra relación, nos ayudó en su momento a conocernos y luego nos empujó a querer conocernos más.
Desde que la vida nos anudó siendo yo un crío he entablado con él miles de conversaciones inacabables buscando una salida a laberintos conceptuales, a minúsculas eventualidades del juego, a esa jugada observada en un partido intrascendente pero que ha prologado toda una tarde analizando la casuística que se abría ante ella. Recuerdo un día en la playa de Ondarreta.
Allí estábamos Mikel y yo hablando de fútbol como dos críticos musicales hablan de discos y grupos ininterrumpida y vehementemente, un disco da paso a otro, y a otro, así en un bucle que nunca se termina, se abandona porque hay que irse. El sol se coló en nuestra conversación. Estuvimos hablando y hablando y al final comprobé que me había quemado la espalda No sé si fue por el enfado de esa comprobación, pero le espeté: Tanto tiempo hablando y hablando y al final no hemos hecho nada. Me lanzó una mirada reprobadora y una pregunta que en realidad era un signo de exclamación: ¿Qué no hemos hecho nada? Aquel día descubrí que hablar es en sí mismo tremendamente enriquecedor, aunque no llegues a
ninguna conclusión, o quizá por eso. Mikel me llevaba a Zubieta y también a ver partidos. Insisto en que yo era un crío y veía fútbol con él, cómo elaboraba los informes, cómo compendiaba lo que veía, cómo apresaba sus ideas. Me encantaba. Recuerdo que un día me llamó para invitarme a un partido de Copa del
Rey que se disputaba en Logroño. Me fui con él porque para mí en aquel entonces rehusar una de sus invitaciones era un delito. Aquel día era el cumpleaños de mi novia (mi actual mujer) y recuerdo que no tuve ningún dilema en aceptar irme al partido. Ella entendía que nada me hacía más feliz que ver fútbol, incluso un día como ese. No sé qué le regalé, pero ella me regaló la tranquilidad de irme con Mikel porque comprendía lo mucho que significaba para mí, tanto el fútbol como degustarlo con Mikel.
Mikel me ayudó a conocer a mucha gente cuando yo era aún un imberbe apasionado por los misterios del juego. Han pasado los años y Mikel continúa con la misma inquietud de aquella época por querer saber, confi rma con su actitud y sus publicaciones que el conocimiento te lleva a querer conocer más, también a confi rmar que no sabes, lo que te impele a combatir
tu ignorancia, que una vez derrocada te pondrá frente a más ignorancia, así en un circulo virtuoso en el que Mikel lleva caminando toda su vida. Su ilusión se mantiene intacta: monta cursos, busca, rastrea, construye conocimiento nuevo, se interroga por la metodología más idónea para transferirlo, lo conecta con conexiones inéditas, sigue desentrañando las
particularidades del juego como quien ve jugar por vez primera cuando sin embargo en sus ojos se acumulan millones de partidos. Su obra se parece a él y este libro que ahora prologo lo corrobora con absoluta fi delidad. Ha desgranado partes y las interpreta como nadie, y
sigue y sigue y sigue. Continúa empecinado en compartir desde el conocimiento la parte lógica que tiene el fútbol, pero también en desenmascarar la que todavía le resulta ilógica o azarosa. Le encanta debatir ideas, producir ocurrencias y ponerlas en frente de otras ocurrencias, pero nunca las mezcla con las personas. Distingue muy bien la idea de quien la
defi ende, y esa separación la respeta de un modo reverencial. Su amor por el mundo de las ideas y la abstracción le puede llevar a levantar la voz en un debate, pero nunca a zaherir a la persona que tiene delante. Así desde siempre. Han pasado los años, pero mantiene la ilusión y el embelesamiento de un juvenil. Es el paradigma de esa ilusión que atribuimos al
recién llegado, aunque en su caso ha llegado hace mucho tiempo.
Valoro muchísimo a Mikel. Ha aportado mucho más conocimiento de lo que la gente sabe de él. Además a mí me gusta recordar la gratitud que hay en su conducta. Nunca se ha escondido nada de sus hallazgos futbolísticos, todos sus descubrimientos los ha compartido con todos, no ha mostrado ese celo de paternidad que la autoría despierta en los creadores. No. Es expansivo. Pone su conocimiento al servicio de todos. Lo muestra todo. Eso ha facilitado que sea una persona muy plagiada, o muy citada, y entre los plagiadores me encuentro yo. Como reflexiona mucho, ha construido conceptos nuevos, semántica inédita para el fútbol, lenguaje muy personal, muy propio. Yo tengo cosas que sólo se las he escuchado a él, y que
yo repito. Es un camino por el que yo he paseado muy a menudo. Y a mucha honra.
Juanma Lillo, Entrenador.
Prólogo de J.M. Lillo:
"Es un orgullo para mí prologar este libro de Mikel Etxarri. Los primeros ojos de observación del juego del fútbol que me marcaron fueron los suyos. No exagero si digo que yo quería ser como él, observar y analizar el juego con su profunda y pormenorizada capacidad, desenredar esa madeja imaginaria que se tejía en el césped y que sólo mentes privilegiadas como la suya estaban en disposición de ver. Mikel Etxarri es hiperanalítico, ve infi nidad de cosas donde el común ve sólo algo (ve porque mira y mira porque sabe que va a ver), convierte el detalle en cuadro, el tratamiento al que es sometido el óleo para el cuadro
que se va a realizar a él le sirve para pintar un cuadro nuevo. Quizá su preparación intelectual de hombre proveniente de las ciencias (es físico y químico) ha agudizado ese afán de descifrarlo todo, escarbar para ver qué tácticas subterráneas se desatan en la superfi cie del césped, recoger la esencia del fútbol y guardarla en un vial para analizarla, convertir este
juego en un ratón de laboratorio sobre el que operar diferentes variables. Les aseguro que no he encontrado jamás a nadie tan meticuloso en este afán de examinar el fútbol como si fuera una ciencia que responde a unas leyes que hay que desencriptar para cerrar el círculo.
Aunque yo ahora poseo una visión más holística de las cosas, la construcción que me enseñó Mikel cuando yo aterrizaba en el mundo del fútbol y el entrenamiento me ha ayudado sobremanera. Quizá he necesitado aproximarme lo máximo posible al cuadro para advertir
que es la única manera de no verlo. De ahí mi pasión por las visiones macroscópicas e interrelacionadas.
Mikel ha sido como un padre para mí. Nuestra amistad siempre ha estado protagonizada por el fútbol, este juego que tanto nos apasiona ha apadrinado nuestra relación, nos ayudó en su momento a conocernos y luego nos empujó a querer conocernos más.
Desde que la vida nos anudó siendo yo un crío he entablado con él miles de conversaciones inacabables buscando una salida a laberintos conceptuales, a minúsculas eventualidades del juego, a esa jugada observada en un partido intrascendente pero que ha prologado toda una tarde analizando la casuística que se abría ante ella. Recuerdo un día en la playa de Ondarreta.
Allí estábamos Mikel y yo hablando de fútbol como dos críticos musicales hablan de discos y grupos ininterrumpida y vehementemente, un disco da paso a otro, y a otro, así en un bucle que nunca se termina, se abandona porque hay que irse. El sol se coló en nuestra conversación. Estuvimos hablando y hablando y al final comprobé que me había quemado la espalda No sé si fue por el enfado de esa comprobación, pero le espeté: Tanto tiempo hablando y hablando y al final no hemos hecho nada. Me lanzó una mirada reprobadora y una pregunta que en realidad era un signo de exclamación: ¿Qué no hemos hecho nada? Aquel día descubrí que hablar es en sí mismo tremendamente enriquecedor, aunque no llegues a
ninguna conclusión, o quizá por eso. Mikel me llevaba a Zubieta y también a ver partidos. Insisto en que yo era un crío y veía fútbol con él, cómo elaboraba los informes, cómo compendiaba lo que veía, cómo apresaba sus ideas. Me encantaba. Recuerdo que un día me llamó para invitarme a un partido de Copa del
Rey que se disputaba en Logroño. Me fui con él porque para mí en aquel entonces rehusar una de sus invitaciones era un delito. Aquel día era el cumpleaños de mi novia (mi actual mujer) y recuerdo que no tuve ningún dilema en aceptar irme al partido. Ella entendía que nada me hacía más feliz que ver fútbol, incluso un día como ese. No sé qué le regalé, pero ella me regaló la tranquilidad de irme con Mikel porque comprendía lo mucho que significaba para mí, tanto el fútbol como degustarlo con Mikel.
Mikel me ayudó a conocer a mucha gente cuando yo era aún un imberbe apasionado por los misterios del juego. Han pasado los años y Mikel continúa con la misma inquietud de aquella época por querer saber, confi rma con su actitud y sus publicaciones que el conocimiento te lleva a querer conocer más, también a confi rmar que no sabes, lo que te impele a combatir
tu ignorancia, que una vez derrocada te pondrá frente a más ignorancia, así en un circulo virtuoso en el que Mikel lleva caminando toda su vida. Su ilusión se mantiene intacta: monta cursos, busca, rastrea, construye conocimiento nuevo, se interroga por la metodología más idónea para transferirlo, lo conecta con conexiones inéditas, sigue desentrañando las
particularidades del juego como quien ve jugar por vez primera cuando sin embargo en sus ojos se acumulan millones de partidos. Su obra se parece a él y este libro que ahora prologo lo corrobora con absoluta fi delidad. Ha desgranado partes y las interpreta como nadie, y
sigue y sigue y sigue. Continúa empecinado en compartir desde el conocimiento la parte lógica que tiene el fútbol, pero también en desenmascarar la que todavía le resulta ilógica o azarosa. Le encanta debatir ideas, producir ocurrencias y ponerlas en frente de otras ocurrencias, pero nunca las mezcla con las personas. Distingue muy bien la idea de quien la
defi ende, y esa separación la respeta de un modo reverencial. Su amor por el mundo de las ideas y la abstracción le puede llevar a levantar la voz en un debate, pero nunca a zaherir a la persona que tiene delante. Así desde siempre. Han pasado los años, pero mantiene la ilusión y el embelesamiento de un juvenil. Es el paradigma de esa ilusión que atribuimos al
recién llegado, aunque en su caso ha llegado hace mucho tiempo.
Valoro muchísimo a Mikel. Ha aportado mucho más conocimiento de lo que la gente sabe de él. Además a mí me gusta recordar la gratitud que hay en su conducta. Nunca se ha escondido nada de sus hallazgos futbolísticos, todos sus descubrimientos los ha compartido con todos, no ha mostrado ese celo de paternidad que la autoría despierta en los creadores. No. Es expansivo. Pone su conocimiento al servicio de todos. Lo muestra todo. Eso ha facilitado que sea una persona muy plagiada, o muy citada, y entre los plagiadores me encuentro yo. Como reflexiona mucho, ha construido conceptos nuevos, semántica inédita para el fútbol, lenguaje muy personal, muy propio. Yo tengo cosas que sólo se las he escuchado a él, y que
yo repito. Es un camino por el que yo he paseado muy a menudo. Y a mucha honra.
Juanma Lillo, Entrenador.